Estrategia de marketing: no es el qué, es el para qué

Target

La próxima vez que tenga un ataque irresistible de creatividad -algo que usualmente sucede los lunes en la mañana-, siéntese y respire profundo.

Antes de lanzarse a rediseñar su página web, crear su canal en Twitter o comprar ese maravilloso software de CRM que parece ser el fin a todos los males; pregúntese para qué. Cada táctica debe responder a su estrategia de marketing.

Si el para qué está claro, la estrategia es una consecuencia lógica. Sólo cuando sabe para dónde va es que determina lo que necesita para llegar.

Hacer muchas cosas no reemplaza el hacer las cosas correctas

De nada sirve implementar una gran cantidad de iniciativas si no apuntan al lugar correcto o si no atacan la esencia de un problema.

Las tácticas no se definen porque parecen ser efectivas, porque suenan interesantes o porque están de moda; las tácticas correctas se definen en función del problema que resuelven o la oportunidad que capitalizan y no al revés.

Si cada vez que bajan las ventas lanza una promoción o hace publicidad, es presumir que la misma herramienta ataca cualquier causa. Como dice el adagio popular, “cuando todo lo que tiene es un martillo, todo problema lo ve como un clavo”. Y así no funciona.

El fin último de algunas tácticas

Estas son algunas ideas del para qué de varias tácticas, de manera que cumplan su cometido.

¿Para qué una página web? – Educar prospectos, generar confianza, aparecer en buscadores, obtener base de datos.

¿Para qué bajar los precios? – Generar prueba, diferenciar marcas, rotar inventario, reposicionar la marca.

¿Para qué crear una página en Facebook? – Darse a conocer, movilizar opinión pública, viralización de contenidos, buscar conversión.

¿Para qué participar en una feria? – Construir base de datos, educar prospectos, conocer la competencia, generar ventas.

¿Para qué hacer correo directo? – Alcanzar inalcanzables, invitar a prueba o ensayo, promover beneficio único.

¿Para qué lanzar un nuevo producto? – Proteger la marca líder, dominar un nicho específico, servir un mercado desatendido.

¿Para qué implementar un CRM? – Detectar oportunidades para nuevos servicios/productos, vender más a clientes actuales o lograr reposición más frecuente.