Breve historia de las ventas (II): Los fenicios, inventores del comercio internacional

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Serie completa Breve historia de las ventas

Parte I: El comercio en el Antiguo Egipto
Parte II: Los fenicios, inventores del comercio internacional
Parte III: Grecia, la producción y la democracia
Parte IV: China, el imperio del comercio
Parte V: Japón, los maestros de la especialización


Hablar de los fenicios es hablar del establecimiento del comercio internacional como lo conocemos actualmente. Para ellos no había lugar al que no pudieran llegar y sus técnicas para vender, tranzar y monopolizar los hicieron convertirse en la potencia creadora del alfabeto, precursores de la fonética y hace más de 4.000 años intentaron por primera vez la construcción del Canal de Suez.

Los fenicios se caracterizaron por crear redes de mercados, distribución y abastecimiento gracias a su vasta marina y las distintas técnicas que dominaron en pos de aumentar el comercio con sus vecinos próximos y los más lejanos.

Para adentrarnos en el conocimiento comercial que los fenicios nos heredaron tendremos que hacer un corto, pero necesario recorrido por sus orígenes, un tanto misteriosos ya que en ellos subyace la razón de ser de todos los avances y logros que dejó esta civilización y que para nuestro caso marcó el rumbo del comercio con prácticas que hasta el día de hoy se usan.

Empecemos este breve repaso a la historia de los cananeos, sus técnicas y avanzados conocimientos en ingeniería, minería y redes de comunicación, entre otras:

La mezcla como origen de los fenicios

Las preguntas de cuándo, dónde y cómo se originaron los fenicios y su sociedad hacen parte de las intrigas de la historia debido a su papel como tenedoras de bienes, descubrimientos y prácticas que afectaron profundamente a otras sociedades conocidas en la antigüedad. De hecho, las primeras etapas de esas interacciones mercantiles y sociales pueden haber contribuido al surgimiento de lo que luego se conoció como la sociedad fenicia.

Dado el papel intermediario de los fenicios, y sus importantes interacciones con muchas sociedades en la región mediterránea, conocer su posible origen adquiere un significado adicional. Marca el comienzo del impacto de los fenicios, grande o pequeño, en cada una de esas otras sociedades, que incluyeron a los egipcios, micénicos, hititas, hebreos, asirios, babilonios, persas, griegos, etruscos, romanos y otras sociedades menos conocidas.

Las numerosas opiniones ofrecidas sobre el origen de los fenicios parecen fusionarse alrededor de cuatro teorías básicas:

El historiador por excelencia de la antigüedad, Herodoto, sugiere en uno de sus nueve tomos que los fenicios habían venido del Mar Rojo (Erythraean). Por esto, los griegos significaban el Golfo Pérsico y el Océano Índico, con el término más tarde aplicado a lo que hoy conocemos como el Mar Rojo junto a Egipto. Esta leyenda se repitió de vez en cuando en la antigüedad, aunque la investigación moderna ha arrojado serias dudas sobre esa posibilidad, como veremos. Herodoto documentó esta leyenda en la página de inicio de sus Historias:

Originalmente, estas personas (fenicios) vinieron a nuestro mar desde el Mar Rojo, como se lo conoce. Apenas se habían establecido en la tierra que todavía habitan, se volcaron a viajar al extranjero.

Herodoto 1: 1

La segunda teoría sugiere que los fenicios habrían surgido de un pueblo mucho más grande conocido como cananeos, que muchos años antes habían poblado la amplia franja de tierra entre Anatolia (Turquía moderna) y Egipto. El arqueólogo Maurice Dunand, quien realizó algunas de las excavaciones arqueológicas altamente reveladoras en Byblos, fue una de las personas cuyos datos respaldaron esta conclusión.

Otra teoría afirma que las ciudades existentes en Biblos, Sidón, Tiro y las ciudades que las rodeaban fueron conquistadas por los Pueblos del Mar alrededor del año 1200 A. C. y que la fusión de los Pueblos del Mar con estos habitantes locales creó a los fenicios. El mayor inconveniente de esta teoría es que fue formulada antes de las excavaciones arqueológicas en varias ciudades fenicias. Esas excavaciones han demostrado que no hubo destrucción o cambio social en estas ciudades en ese momento.

La teoría restante, que se ha hecho popular en algunos círculos académicos recientes, es que las ciudades fenicias existían antes del año 1200 A. C., pero no se diferenciaron de sus vecinos hasta después de la aparición de los Pueblos del Mar. Esta teoría no afirma que los Pueblos del Mar atacaran las ciudades fenicias. De hecho, observa exactamente lo contrario. Afirma que conquistaron solo a los pueblos vecinos en el Levante (Suelen estar incluidos los países de Siria, Líbano, Israel, Palestina y Jordania) causando que los habitantes de dichas regiones se volvieran diferentes a los fenicios. Debido a esto, se dice que los fenicios surgieron como un pueblo separado solo después de 1200 A. C., y su “origen” se atribuye a esa fecha.

Amuletos fenicios o cartagineses en forma de cabezas barbadas hechas de vidrio con núcleo de arena, siglos IV-III AC (Cagliari, Museo Archeologico Nazionale).

¿Por qué era necesario hacer el anterior recorrido?

Porque cuando se revisa el posible origen geográfico de este pueblo y sus subsecuentes costumbres alrededor de su tradición comercial queda claro que fueron la mezcla, la capacidad de adaptarse, el conocimiento social de otros pueblos, así como a otros lugares y el movimiento lo que conformaron en buena parte la cosmogonía y geografía de los fenicios, que a su vez les permitió desarrollar la amplia gama de técnicas para el comercio con lugares distantes.

Al indagar los vestigios de jarrones, telas y joyería, también nos encontramos con un alto grado de sofisticación para diferenciar sus mercancías de otras del mismo tipo fabricadas por otros pueblos. Esto hubiera sido imposible si desconociesen lo hecho por sus vecinos. Acá comienza la historia del estudio a la competencia y su aprovechamiento.

Colonización fenicia y griega, comparativo. Como se pude observar los fenicios duplicaron sus rutas en extensión e influencia.

Las rutas fenicias

Los fenicios además de exportaciones e importaciones también llevaron a cabo un importante comercio de tránsito, especialmente en los productos manufacturados de Egipto y Babilonia (Herodoto, i, 1). Desde las tierras del Éufrates y el Tigris, a las rutas comerciales regulares que conducían al Mediterráneo. En Egipto, los mercaderes fenicios pronto ganaron plazas ya que pudieron mantener un comercio rentable en los tiempos anárquicos de las dinastías egipcias 22 y 23 (945-730 A.C.), algo realmente notable ya que por esos días nadie que no fuera egipcio mantenía mucho tiempo su cabeza sobre los hombros.

Aunque nunca hubo colonias regulares de fenicios en Egipto, los tirios (fenicios de la ciudad de Tiro) tenían una cuarta parte de su comercio de tierra en Memphis (Herodoto, ii, 112). El comercio de caravanas árabes con perfume, especias e incienso pasó por manos fenicias en su camino a Grecia y Occidente (Herodoto, iii, 107), lo que dejaba en claro la capacidad de los fenicios de aprovechar el sentido de la vanidad de un pueblo que a pesar de estar sumido en conflictos constantes no dejaba de procurarse lujos.

Los fenicios aprovecharon sus habilidades marítimas y crearon una red de colonias y centros de comercio en todo el antiguo Mediterráneo. Sus principales rutas comerciales eran por mar a las islas griegas, a través del sur de Europa, a lo largo de la costa atlántica de África, y hasta la antigua Gran Bretaña. Además, llegaron a Arabia y la India a través del Mar Rojo, y a vastas áreas de Asia occidental y que conectaron a través de rutas terrestres donde los bienes eran transportados por medio de caravanas. Para el siglo IX A.C., los fenicios se habían establecido como una de las mayores potencias comerciales del mundo antiguo.

Este pueblo logró establecerse rápidamente en el comercio gracias a una tradición marítima inigualable y la tecnología para construir naves con un casco de quillas. Esto les permitió navegar en mar abierto, y como resultado, los fenicios desarrollaron un comercio marítimo sin par en su época.

Arte fenicio. Fuente: https://www.ancient.eu

Navegación

Para el establecimiento de la supremacía comercial, un componente esencial fue la habilidad fenicia en la navegación. A los fenicios se les atribuye el descubrimiento y uso de Polaris (la Estrella Polar). Intrépidos y pacientes navegantes, se aventuraron en regiones donde nadie más se atrevió a ir, y siempre, con la mirada puesta en su monopolio, guardaron cuidadosamente los secretos de sus rutas comerciales y descubrimientos y su conocimiento de los vientos y las corrientes. El faraón Necao II (610-595 A.C.) organizó la circunnavegación fenicia de África. Hanno, un cartaginés, dirigió otra a mediados del siglo quinto. Los cartagineses parecen haber llegado a la isla de Corvo en las Azores y a la Gran Bretaña. Algunos arqueólogos sugieren que los fenicios pueden haber llegado a América antes que los vikingos o del mismo Colón. La hipótesis se basa en inscripciones encontradas en América Latina (incluido Brasil), donde parecía representar un guión fenicio. Sin embargo, algunos estudiosos encuentran la hipótesis infundada.

Mercancías importadas, caravanas

Al revisar con atención los textos ** que nos permiten rastrear las mercancías que solían comerciar en el mundo antiguo lo único que podemos concluir es que vendían casi todos los objetos y materiales conocidos, usados, manipulados, transformados, decorados, valiosos y no valiosos de aquel entonces, como veremos a continuación.

Siria del Norte, Siria de Damasco, Judá y la tierra de Israel, Egipto, Arabia, Babilonia, Asiria, Alta Mesopotamia, Armenia, Asia Central Menor, Ionia, Chipre, Hellas o Grecia, y España, eran los centros de recepción y movimiento de sus mercancías: Como se puede leer, todo el mundo conocido y civilizado de su época estaba en su mapa de trabajo.

El norte de Siria suministraba a los mercaderes fenicios con butz , que se traduce como “lino fino”, pero es quizás más bien algodón, con “lana de árbol” que también proporciona bordados y ciertas piedras preciosas, que algunos traductores han considerado como coral, esmeraldas y rubíes.

Siria de Damasco daba el “vino de Helbón”, licor exquisito que era el único tipo que los reyes persas bebían y “lana blanca”, vellón de las ovejas y corderos que se alimentaban en los pastos de las tierras altas de Hermon y Antilibanus.

Judá y la tierra de Israel suministraban maíz de calidad superior, llamado “maíz de Minnith” es decir, producido en el rico país amonita, junto con pannag, una sustancia desconocida, miel, bálsamo y aceite.

Egipto enviaba lino fino, uno de sus productos más conocidos, sencillo, pero a menudo bordado con motivos brillantes, y empleado como tejidos bordados también en Egipto y para las velas de las embarcaciones de recreo. Arabia le proporcionaba especias: casia y cálamo (o caña aromática), y, sin lugar a dudas, incienso, y tal vez canela y ladanum. También suministraba lana y pelo de cabra, y telas para carros, oro, y hierro forjado, piedras preciosas, marfil,  ébano, de los cuales los dos últimos no pueden haber sido producciones propias, sino que deben haber sido importados de la India o Abisinia.

Babilonia y Asiria proporcionaban “envolturas de azul”, trabajo bordado y cofres de ropa. La Alta Mesopotamia participa en este tráfico y junto con Armenia daba caballos y mulas. Asia Central Menor (Tubal y Meshech) suministraba esclavos y vasijas de bronce, y los griegos de Jonia hacían lo mismo. Chipre suministraba marfil, que primero debe haberse importado del exterior. Grecia envía sus conchas, para permitir que las ciudades fenicias aumenten su fabricación del tinte púrpura. Finalmente, España produce plata, hierro, estaño y plomo, el más útil de los metales, todos los cuales se sabe que produjo en abundancia. Este elaborado entramado era solo posible gracias a una red de caravanas terrestres que se enlazaban con rutas marítimas que eran capaces de recorrer en poco tiempo el mar.

Este vistazo es solo para imaginarnos la red de hombres que estaban en cada uno de estos lugares revisando la calidad y los precios de cada uno de los suministros que se intercambiaban entre todas las plazas comerciales. Sin duda una tarea que incluso hoy en día con todas las facilidades en comunicación y transporte resultan complejas.

Ahora tratemos de imaginarnos a un fenicio que quería llevar tela bordada desde Egipto hasta Grecia, mientras establecía una forma para traer marfil para fabricar artilugios en las ciudades costeras del Nilo.

Dos vasos de vidrio de color fenicio. 5º-3º siglo A.C. (Museo Kunst Palast, Dusseldorf).

Comercio marítimo con sus propias colonias y el monopolio

El comercio marítimo de los fenicios era aún más extenso que su tráfico terrestre. Es divisible en dos ramas, su comercio con sus propios colonos y con los nativos de los diversos países a los que fueron conociendo en sus viajes. Las colonias enviadas desde Fenicia eran, excepto en la única instancia de Cartago, asentamientos comerciales, plantados donde abundaban algunos productos o mercancías deseados por la madre patria, y tenían por objeto asegurar el monopolio de tales mercancías o productos básicos.

Por ejemplo, Chipre fue colonizado por sus minas de cobre y su madera; Cilicia y Lycia por su madera; Thasos por sus minas de oro; Salamis y Cythera para el comercio del púrpura; Cerdeña y España por sus numerosos metales; África del Norte por su fertilidad y por el comercio con el interior. Fenicia esperaba derivar, primordialmente, de cada colonia, el producto o las mercancías que habían causado la selección del sitio. A cambio, ella proveía a los colonos con sus propios artículos manufacturados con telas en lino, lana, algodón y quizás hasta cierto punto seda. Con cada variedad de cerámica, desde platos y jarras del tipo más sencillo y simple hasta los jarrones y ánforas más costosos y elaborados; con utensilios y brazos metálicos, con ornamentos de oro y plata, con escudos y pateræ (tipo de plato) en relieve, con cerámica y vidrio, y también con cualquier producto o manufactura extranjera que desearan y que los países dentro del rango de su influencia pudieran proporcionar.

Comercio con los extranjeros, en el Mediterráneo y el Mar Negro

En su trabajo con los países que poblaban las costas del Mediterráneo y el Mar Negro, Fenicia se enfocó principalmente en disponer de sus propias mercancías, en segundo lugar en obtener ganancias en productos que había obtenido de otros países, y en tercer lugar, la obtención de productos de los que podría disponer para obtener ventajas en otro lugar. Donde los países eran incivilizadas, o en una condición de civilización baja, buscaban obtener grandes ganancias suministrando a un precio bajo todas las comodidades más simples de la vida, con su cerámica, sus implementos y utensilios, sus ropas y ornamentos para casas.

Al vender a los productores nativos, pronto obtuvieron el monopolio de este tipo de comercio, expulsaron los productos nativos del mercado e impusieron los suyos, al igual que los fabricantes de Manchester, Birmingham y Potteries imponen sus tejidos, sus cubiertos, y su loza sobre los salvajes de África y Polinesia.

Donde la cultura estaba más avanzada, como en Grecia y en partes de Italia, buscaron introducir, y sin duda tuvieron éxito en hacerlo, lo mejor de sus propias producciones en telas de jarrones carmesíes, violetas y púrpuras pintados, pateræs en relieve, collares , pulseras, anillos y todo tipo de trabajo elaborado espejos, recipientes de vidrio y botellas con olor.

Al mismo tiempo, también dispusieron en beneficio de muchas de las mercancías que había importado de países extranjeros, como piezas de arte, de Egipto, Babilonia, Asiria, posiblemente la India. Las muselinas y marfil de Indostán, los chales de Cachemira, las alfombras de Babilonia, las especias de Araby la Bendita, las perlas del Golfo Pérsico, la faïence y el papiro de Egipto, serían tomadas fácilmente por los más civilizados de Occidente. Los países dispuestos a pagar un alto precio por estas piezas, pagarían en parte, sin duda, en plata y oro, pero hasta cierto punto también en sus propios productos.

Si revisamos con atención la lista de productos que comerciaban, monopolizaban e introducían como piezas de arte en los mercados que manipulaban, podemos darnos cuenta que muchos de ellos se buscan aún y se comercian con la misma avidez.

Podrán pasar 6.000 años más y las rutas comerciales abiertas por los fenicios seguirán estando vigentes debido al conocimiento de la producción y manufactura de los productos.

Fuente: Notimex

La joya de la corona fenicia: Tinte púrpura

La industria del tinte creció a partir de la venta de un textil teñido de púrpura que se usaba para denotar el carácter de la realeza. El tinte se produjo a partir de murex, un caracol marino en forma de trompeta que todavía se encuentra entre las rocas en el Mediterráneo oriental en la actualidad. Montones de conchas y grandes cubas indicaron que la producción se llevó a cabo a escala industrial. En Sidón, se encontró un montículo de murex de 300 pies de largo.

La púrpura real se produjo ya en 1200 A,C. El tinte estaba hecho de orina, agua y tinta de las vejigas de los caracoles. Para extraer los caracoles, los caparazones se colocaban en una tina donde sus cuerpos putrefactos excretaban un líquido amarillento. Dependiendo de cuánta agua se agregaba al líquido producido, este destilaba el color desde rosa hasta púrpura oscuro. Este era el producto estrella de los fenicios y con el cual diferenciaban la gran mayoría de sus mercancías.

Los puestos fenicios de comercio en todo el mundo eran distinguidos por este color, muchos trataron de imitarlos y de parecerse, pero lo que nos indican los textos de rastreo histórico es que, la profundidad del color que este pueblo lograba era único. Con él además adornaban sus tenderetes, sus telas y productos propios. Era el distintivo que llevaba su nombre de puerto en puerto. Algunas crónicas indican que una de las razones por las cuales este color fue asumido por las monarquías se debía a su costo, porque el que estuviera en todos los puntos de mercado fenicio, no significaba o lo hacía barato o de fácil compra. La producción de este color y su uso también se constituyó como una moneda de cambio. Esto deja muy claro  que la diferenciación siempre se remitirá más al cómo hacemos las cosas y no al qué, claro está que si el producto se distingue de forma natural, generar un diferencial de uso será un poco más sencillo.

Los fenicios demuestran con suficiencia las razones por las que se consolidaron como un imperio económico sin duda o contrincante alguno debido a su capacidad de hacerlo todo diferente, pensando en grande e innovando.

Resumir la historia comercial del pueblo fenicio resulta algo complejo ya que se quedan por fuera todos los pormenores que podemos imaginar en temas del comercio de cada uno de los productos que manejaron en su vasto imperio.

Les proponemos que cada vez que imaginemos un producto, que en ese tiempo atravesó el mundo conocido, nos remitamos a tratar de dilucidar cómo lograban conseguir las cantidades, las calidades, qué tipo de emisarios y de comerciantes estaban encargados de lograr tales acuerdos.

Lecciones fenicias de comercio:

Los fenicios tenían un listado de reglas no explicita que al parecer se aplicaban de forma estricta en su ejercicio comercial:

  • Fomentaban el comercio entre países

No importaba si estaban en guerra o tenían conflictos, siempre lograban sacar mercancías e intercambiar bienes como una forma de representación.

  • Forjaban alianzas

Crearon los primeros gremios de comerciantes independientes por sector que les permitía apuntalar relaciones sólidas, evitando la influencia total de la política.

  • Resolver cualquier disputa de forma pacífica

Es un principio muy sencillo: A ningún comerciante le convienen guerras, largas guerras o guerras en seguidillas por asuntos que se puede resolver de forma práctica.

  • Respetaban todas las creencias

No se metían con los dioses de nadie y no se involucraban en disputas por este tema.

  • Respetaban a la mujer

La consideraban parte activa de las actividades comerciales y se les asignaban cargos de responsabilidad y de manufactura. Hubiera sido imposible consolidar un imperio comercial de ese tamaño con las mujeres fuera del panorama o esclavizadas.

  • Discreción

Parte de su éxito fue la capacidad de guardar en secreto durante siglos sus rutas comerciales y sus alianzas.

** Para este artículo se usaron las siguientes referencias:

Los nueve libros de Herodoto

Trade in the Phoenician World, Mark Cartwright.

Negotiate like a Phoenician, Habib Chamoun-Nicolas.

Phoenicians, Sanford Holst.