Como muchas de las estrategias que regularmente implementan las organizaciones, mercadeo debe ser un compromiso de largo plazo. Aunque es factible que algunas acciones tácticas generen resultados inmediatos, los verdaderos beneficios, la diferenciación y rentabilidad sostenible, vienen de las acciones de mercadeo consistentemente ejecutadas a través del tiempo.
Muchas compañías desean ver resultados diferentes, pero no hacen nada diferente. Es como buscar una solución mágica que con poco esfuerzo, logre resultados sorprendentes. Eso simplemente no es muy probable. Y si lo fuera, estaría igualmente al alcance de su competencia, por lo que la ventaja no sería sostenible.
Mercadeo no sólo es hacer publicidad. No sólo es hacer una promoción puntual para bajar el inventario de baja rotación. Mercadeo es mucho más que eso. Es ejecutar acciones que con el tiempo hagan predecibles las ventas, el número de clientes que atrae y el número de clientes que mantiene.
Mercadeo no es un gasto, es una inversión. Es invertir en sus clientes actuales y potenciales, es invertir en su producto, es invertir en opciones de diferenciación, es invertir en sorprender a sus clientes para que sigan comprando. Si la generación de ventas de una manera regular es tan deseable, ¿por qué entonces no comprometerse de una manera consistente?
Mercadeo no puede ser algo para desarrollar cuando se tenga tiempo. Mercadeo es una función de la compañía. Mercadeo genera ventas. Al igual que otras funciones de la empresa, como producción o logística, mercadeo es algo permanente. Es un proceso que nunca termina. Atraer y retener clientes es algo consistente y de supervivencia para cualquier compañía. Por esto, mercadeo no es algo opcional.
Cambiar las cosas y lograr resultados toma tiempo. Los esfuerzos de mercadeo deben ser consistentes y debe estar comprometido con ellos. La consistencia genera familiaridad, la familiaridad genera confianza, y la confianza genera ventas.