“Lo que a mi jefe le gusta a mí me encanta”. Esa pareciera que fuera la filosofía de muchas organizaciones, donde se rinde más culto a las políticas internas y a los jefes, que al mismo cliente.
Es sorprendente como algunas empresas ponen por encima del cliente la dinámica interna y únicamente lo que es importante para la compañía. Cuando centra su estrategia en lo que es mejor para el cliente, a la larga también es lo mejor para la empresa. Es un equilibrio entre proteger los intereses de la compañía y los del cliente.
Lo importante no es solo que a su jefe le guste, o ir en línea con la filosofía de la compañía (que por supuesto es importante), sino tener siempre en el centro de la estrategia, de cada proceso y de cada decisión, lo que es mejor para el cliente.
Por encima de todos está el cliente y como decía Sam Walton (fundador de Walmart), “El cliente es el jefe. Puede despedir a cualquier persona en la organización, desde el presidente hacia abajo; simplemente gastando su dinero en otro lugar”. Quien paga las cuentas y el salario de todos (incluido el del presidente), es el cliente. Por eso, “Lo que a mi jefe le gusta a mí me encanta”, puede transformarlo en “Lo que a mi cliente le gusta a mí me encanta”.