Tanto en el ámbito personal como profesional, las personas estamos expuestas constantemente a tomar decisiones.
Mientras en unos casos estas pueden afectarnos a nosotros principalmente, en otros estas pueden afectar a otras personas aún sin que seamos plenamente conscientes de ello.
Ahora bien, sin importar que se trate de una decisión aparentemente trivial o de un asunto que revista cierto grado de complejidad, cuando se trata de tomar decisiones, y en especial de decidir sobre asuntos que pueden llegar a afectar a otras personas y repercutir ampliamente a distintos niveles (como de hecho a menudo ocurre en las organizaciones), es necesario considerar diferentes aspectos que debemos tener en cuenta con el fin de tomar aquellas decisiones que pueden resultar más acertadas dentro de una determinada situación.
Entendiendo una decisión acertada no sólo como la que puede resultar más conveniente para nuestros propios fines o intereses, sino también aquella que puede repercutir positivamente en otras personas y ámbitos por ejemplo de la realidad empresarial que pueden verse afectados, a continuación mostramos algunos errores comunes que tanto directivos como empleados podemos cometer en las organizaciones a la hora de tomar decisiones, y que sobre todo en el caso de las personas que se encuentran en posiciones importantes dentro de una empresa, pueden traer serias repercusiones e inconvenientes.
1. No ser conscientes de las implicaciones que pueden acarrear
Toda decisión, por pequeña o insignificante que parezca, puede generar repercusiones en algún grado y más aún si estamos hablando de posiciones importantes al interior de las empresas. Sin embargo, a pesar de que esto es un hecho que no podemos negar, la realidad es que en muchos casos no consideramos los posibles efectos que se pueden generar a causa de una decisión, más allá de aquellos que alcanzamos a ver a simple vista.
Por esa razón, teniendo en cuenta que dentro de las empresas toda decisión envuelve un tema de responsabilidad que no podemos evadir, es necesario analizar cuáles pueden ser las posibles consecuencias que pueden desprenderse como resultado de estas, más allá de aquellas que saltan a la vista y pueden ser más obvias.
2. No basarnos en suficientes datos y evidencias al tomarlas
Cuando se trata de tomar decisiones importantes, la intuición puede ser peligrosa y llevarnos a obsesionarnos con una idea haciendo que muchas veces queramos llevarla a cabo de cualquier manera, o incluso que pasemos por alto información o datos que nos ayuden a aterrizar las cosas un poco.
Teniendo en mente esto, es importante mantener siempre un polo a tierra para evitar caer en este tipo de trampas (como por ejemplo apoyarse en otros conceptos que puedan darnos otras personas o colegas), y sobre todo interiormente hacer el esfuerzo de ver hasta qué punto nos estamos dejando llevar por juicios y opiniones personales más que por los mismos datos, hechos y antecedentes con que contamos, antes de tomar una decisión.
3. Pensar las cosas demasiado (parálisis por análisis)
Así como tomar decisiones importantes a la ligera y basándonos en la intuición y en nuestros deseos más que en la información y el análisis que podamos hacer puede ser muy perjudicial, el irnos al extremo de hacer una investigación demasiado exhaustiva, y esperar a tener la mayor cantidad de datos e información que nos den la certeza de que las cosas saldrán bien luego de tomar una decisión, es algo que por lo general no termina en nada más que en una excusa para dilatar la puesta en marcha de un proyecto importante.
De este modo sabiendo que buscar reducir en demasía el riesgo asociado a una decisión puede llevarlo a caer en este tipo de cosas, y que aún así no logrará quitarse la sensación de riesgo, lo que inevitablemente necesitará es la capacidad para poder asumirlo en algún punto y no pensar las cosas demasiado.
4. No preparar un plan de contingencia
A la hora de tomar una decisión está bien ser optimistas. Sin embargo tenemos que tener en cuenta que así como las cosas pueden salir bien tras haber decidido algo, también es probable que nada salga conforme a lo que se esperaba y haya que tomar otros cursos de acción en el evento que esto ocurra. De modo que tener previamente definido qué podemos hacer en caso de que las cosas no salgan bien, en lugar de simplemente reaccionar con desesperación ante cualquier inconveniente que pueda surgir como resultado de una decisión que no haya sido del todo acertada, puede ser de gran ayuda en tales situaciones.
5. Tomar las decisiones basándonos en lo que otros hacen
Esto es algo que suele ocurrir con mucha frecuencia. A modo de ejemplo, piense en cuántas empresas decidieron abrir una página en Facebook o abrir varios perfiles en distintas redes sociales cuando empezaron a ver que cada vez más y más gente las usaba, pero sobre todo que un número cada vez mayor de empresas empezaron a tener presencia en ellas.
Aún cuando estos negocios no tuvieran idea de para qué les podría servir tener presencia en estos frentes, decidieron abrir perfiles y páginas en múltiples redes solo por el hecho que otras empresas lo estaban haciendo, y a partir de ahí pensaron que si eso estaba ocurriendo era tal vez porque las podría beneficiar en algo (aunque no supieran exactamente en qué).
Este sencillo caso sirve para ilustrar cómo en ciertas ocasiones muchas compañías toman decisiones basándose en lo que otros competidores y negocios están haciendo, sin siquiera analizar antes cómo eso los puede beneficiar, y las implicaciones que tomar ese tipo de decisiones pueden tener para que funcionen (si es que efectivamente pueden aportarles algo).
6. No basarse en antecedentes de otras empresas
A pesar que en ocasiones puede darse el caso que otras compañías hayan pasado por desafíos similares a los que está experimentando una empresa en relación a una situación particular que está viviendo y frente a la cual debe tomar una decisión importante, y que ésta podría de hecho basarse en lo que esas otras compañías hicieron frente a tales situaciones, con frecuencia muchas organizaciones pueden olvidarse de tener en cuenta esto a la hora de tener que decidir cómo pueden enfrentarse a un determinado problema o situación desafiante, aún cuando hoy en día existe abundancia de información que les puede permitir aprender de la experiencia vivida por otras empresas.
7. No considerar el costo de oportunidad
En ocasiones podemos creer que para resolver una situación o hacer frente a un problema lo mejor que podemos hacer es llevar a cabo un cierto procedimiento, cuando en realidad pueden haber muchas más formas de resolver dicha situación, y que aunque puedan suponer un costo significativamente mayor al de la alternativa que inicialmente habíamos pensado, a largo plazo podría representarnos mayores beneficios, y en general representar una mejor forma y mucho más completa de resolver o dar solución a un asunto particular.
De modo que disponer de varias alternativas antes de tomar una decisión, incluyendo aquellas que aparentemente pueden parecer más descabelladas y costosas, es algo que en estos casos siempre deberíamos tratar de tener en consideración.
8. No prever bien los costos asociados a una decisión
Como decíamos al principio, más allá de las cosas que alcanzamos a ver a simple vista o que son más obvias, las decisiones que se toman en las empresas suelen acarrear una serie de implicaciones que tenemos que prever. Esto por supuesto incluye todos los costos (dentro del corto y largo plazo), que pueden ir vinculados a una decisión que tomemos.
Los costos de tomar una mala decisión pueden ser muy caros
Si bien conocer algunos errores que a menudo se cometen a la hora de tomar decisiones no hará que en algún momento cometamos desaciertos al decidir sobre diferentes asuntos, sí puede ayudarnos a minimizar el riesgo en este sentido, y sobre todo evitar el alto costo que a menudo tomar una mala decisión puede tener en el trabajo.