En varias ocasiones hemos afirmado que el producto no es lo único importante, y probablemente ni siquiera es lo más importante.
Esto por supuesto no significa que no deba ser muy bueno.
El punto es que ser bueno ya no es suficiente.
Un buen producto es una expectativa, no un diferencial.
Por esta razón para muchas compañías con excelentes productos, los resultados no son consecuentes a este esfuerzo. ¿La razón? Marketing insuficiente (o inexistente).
No basta con ser bueno, el mercado tiene que reconocerlo
Una cosa es tener un buen producto y otra que la gente lo sepa y lo reconozca. Para que una compañía sea exitosa no basta con tener una muy buena propuesta de valor, debe tener la capacidad de comuncarla efectivamente a su mercado objetivo ideal para que se percate de su existencia.
Sólo crecerá cuando haya suficientes personas que consideren ensayar lo que usted ofrece.
Es como tener un carro pero sin gasolina
Para lanzar un nuevo producto o empezar un nuevo negocio, marketing tiene que hacer parte de la ecuación. Además de las materias primas, las máquinas, el personal, las instalaciones y demás, un factor clave de éxito (o fracaso), es contar con los recursos suficientes para mercadearlo efectivamente.
La inversión en marketing no puede estar condicionada a si queda algo de dinero. Imagine hacer una inversión millonaria en un parque de diversiones y luego no contar con el recurso necesario para promoverlo; sólo esperando visitantes que lleguen porque lo vean en su camino o por recomendación de amigos. Tendrá visitantes, pero difícilmente llegará al punto de equilibrio.
Es como comprar un auto, pero no tener dinero para gasolina, seguros e impuestos. Es parte de lo que implica comprar un carro. Marketing es parte de lo que implica tener un negocio.
Empezar por el final
De hecho cada vez más, con la proliferación de productos sustitutos, alternativas en todos los colores y tamaños, el producto o servicio en sí es algo más imitable. La capacidad de comunicar y atraer más clientes potenciales que su competencia, he ahí la diferencia.
Cualquier lanzamiento o iniciativa debe comenzar por el final. ¿Qué vamos a resolver mejor de lo que ya existe?, ¿Quiénes son esos clientes potenciales?, ¿Por qué habrían de cambiarse a esta nueva opción?, ¿Cómo se los voy a comunicar?, ¿Cómo los voy a mantener leales?.. y ahí sí, veamos qué producto o servicio debemos comercializar.
Si no hay clientes, no hay negocio.