El Conservatorio Real de Bruselas nació en una escuela de canto establecida en 1813 bajo el Imperio Napoleónico. Siendo fundado oficialmente en 1832, el edificio es una obra maestra del arquitecto Jean-Pierre Cluysenaar. Sin embargo con los años, este importante patrimonio histórico y arquitectónico de Bélgica requiere grandes inversiones para sus cuidadosas restauraciones.
Con el firme empeño de recuperar el esplendor del Conservatorio, se crea Conservamus, una asociación sin fines de lucro que reúne a miembros de la sociedad civil, todos voluntarios, que trabajan en el estudio de viabilidad, la definición del marco legal e institucional, las campañas de sensibilización, recaudación de fondos, entre otros frentes.
Además del apoyo del voluntariado, la organización ha podido financiar su restauración gracias a la pauta publicitaria de un patrocinador, en este caso Uber, ubicada en la valla que adorna la fachada. Este caso evidencia un beneficio mutuo: La marca (Uber) obtiene visibilidad en una zona de alto tráfico y el Conservatorio consigue dinero para la restauración.
La valla se ve linda, simulando la propia fachada durante el período de obra. Como hemos dicho, estar en obra no es excusa para que las cosas no se vean bien y seguir creando gratas experiencias para los usuarios; y en este caso, visitantes y transeúntes.
Y para Uber, ¿qué mejor lugar para promover su campaña para mitigar las dificultades que han tenido con algunos conductores que en medio de la calle? El mensaje “Los conductores deben pasar todos los requisitos exigidos. La seguridad nunca para”, lee las preocupaciones de los usuarios, reconoce un problema y lo aborda.
Este modelo de financiación demuestra que creatividad mata presupuesto. La falta de dinero no es una excusa para dejar de hacer lo que tenemos que hacer.