Dice la leyenda, que un pequeño mamífero es el creador del café más caro del mundo. Estas criaturas, después de comer el fruto rojo del café y pasarlo por su tracto digestivo, expulsan los granos mezclados con sus heces, los cuales se convertirán en un especial y mundialmente famoso café. Este “manjar” es el café de Luwak, nombre del animal en Indonesio (civeta en español). Y como siempre, la curiosidad es infinita… tenía que probarlo.
El alto precio de este café no se debe necesariamente a su sabor, sino al relato que lo acompaña. El proceso, que incluye la intervención del luwak, y la exótica narrativa que lo envuelve, han elevado su valor percibido. Este café se vende más como una experiencia que como una simple bebida, apelando a la curiosidad y al deseo de exclusividad de los consumidores.
Más allá de la historia y el elaborado proceso, considero que el café de Luwak es un claro ejemplo de cómo el marketing puede convertir un producto regular en un símbolo exótico. Después de probarlo, en mi opinión, el precio responde más al storytelling que a la calidad intrínseca del producto. En este caso, es el relato, no el sabor, lo que sustenta su alto valor.
Nunca se le olvide, no es lo que vende, es cómo lo vende.