Michel de Montaigne decía, “Mi vida ha estado llena de terribles desgracias; la mayoría de las cuales nunca ocurrieron”. Quinientos años después la ciencia le da la razón a Michel. Un estudio* demostró que el 85% de las preocupaciones que tenemos, no pasan. Y para el 15% restante, el 79% reportó que lo resolvieron divinamente. Es decir, ponderando (79% x 0,15 = 11,85) más el 85% que traemos, da que el 96,85% de las veces nos preocupamos por cosas que no tienen el impacto que creemos. Es medio loco.
La preocupación es necesaria pera mantener la supervivencia, pero en su justa medida. Podríamos redireccionar mucha de nuestra energía hacia cosas que tienen mayor probabilidad de ocurrencia y fluir más con aquello que no está bajo nuestro control.
*Robert L. Leahy, Ph.D., en su libro “The Worry Cure” (La cura de la preocupación, 2005), cita a Matthews & Wells en su paper “Behavior Modification” (2000), quien hizo el estudio original.