No es un peluche, es un corrector de postura

Las cosas adquieren el valor que les asignemos y la misión para la cual están destinadas. De eso se trata la percepción de valor, de darle un significado más profundo al producto o servicio que estamos comercializando.

Caminando por un centro comercial en Sidney, Australia, me encontré este “peluche”, que al detallarlo, oh sorpresa, no era un simple peluche, era un corrector de postura. Por la forma en la que está diseñado, se pone entre la mesa en la cual está trabajando y su estómago, de manera que lo obliga a hacer cierta presión para que no se caiga.

Este sencillo acto de inclinarse hacia adelante para sostener el peluche lo obliga a erguir la espalda, mejorando su postura. Brillante argumento. Algo tan sencillo y hasta cierto punto commodity como un peluche, puede diferenciarse cumpliendo una función distinta.

Posicionarse distinto es uno de los diez caminos de diferenciación planteados en el libro Bueno, Bonito y Carito, y este es un ejemplo fehaciente de cómo luce en la práctica. ¿Podría posicionar distinto lo que usted vende?