Familia Miranda: dícese de aquella persona o grupo familiar que al entrar a un local y explorar varios de los productos, se acerca a la asesora o el asesor y le pregunta, “¿En qué le puedo servir?” y le contesta, “No gracias, estoy mirando”.
Este comportamiento ha estigmatizado a muchos prospectos que erróneamente han sido precalificados por los vendedores como del tipo, “Ese no tiene la plata”. El problema es que el servicio se vuelve perverso: no le prestan atención y hay cierto desdén. Le piden que les saque otra talla y dicem “Hmm, no hay”, o el criminal “Lo que ve es lo que hay”. No hay disposición. Craso error. Muchas personas están simplemente explorando para luego tomar una decisión; pero si pensamos que porque la persona no compra en ese momento no es un prospecto, estamos renunciando a infinitas posibilidades.
Además, es lo correcto. El buen servicio, la atención y la amabilidad deben existir siempre, compre o no compre. Estos prejuicios frente a la “Familia Miranda” o “Familia Peláez”, es que presumimos que el cliente no está interesado y no va a comprar. ¿Qué tiene de malo que sólo esté mirando? Está comparando. Al contrario, su misión como vendedor es demostrarle por qué usted es una mejor opción para que tomela decisión a su favor. Por eso, siempre, “Bienvenida la Familia Miranda”.
Muy buen tema, gracias por compartir. Aún si no compran pueden ser portavoz de nuestra oferta comercial con sus familiares y conocidos. Contaré a los mirandas que ingresan a mis bazares y mediré la estadística de conversión.
Excelente Eduardo, un abrazo!
Excelente, el tema que toca me parece muy interesante, porque a veces algunos vendedores ven con mala actitud a las personas que entran a un negocio o a un almacen solo para mirar, se pierden valiosos clientes que aunque no compren lo pueden estar pensando, por eso es vital una memorable atencion pase lo que pase
Totalmente de acuerdo Claudia