Bienvenida la Familia Miranda

Bienvenida la Familia Miranda

Familia Miranda: dícese de aquella persona o grupo familiar que al entrar a un local y explorar varios de los productos, se acerca a la asesora o el asesor y le pregunta, “¿En qué le puedo servir?” y le contesta, “No gracias, estoy mirando”.

Este comportamiento ha estigmatizado a muchos prospectos que erróneamente han sido precalificados por los vendedores como del tipo, “Ese no tiene la plata”. El problema es que el servicio se vuelve perverso: no le prestan atención y hay cierto desdén. Le piden que les saque otra talla y dicem “Hmm, no hay”, o el criminal “Lo que ve es lo que hay”. No hay disposición. Craso error. Muchas personas están simplemente explorando para luego tomar una decisión; pero si pensamos que porque la persona no compra en ese momento no es un prospecto, estamos renunciando a infinitas posibilidades.

Además, es lo correcto. El buen servicio, la atención y la amabilidad deben existir siempre, compre o no compre. Estos prejuicios frente a la “Familia Miranda” o “Familia Peláez”, es que presumimos que el cliente no está interesado y no va a comprar. ¿Qué tiene de malo que sólo esté mirando? Está comparando. Al contrario, su misión como vendedor es demostrarle por qué usted es una mejor opción para que tomela decisión a su favor. Por eso, siempre, “Bienvenida la Familia Miranda”.