Los publireportajes son piezas publicitarias pagadas y redactadas por los anunciantes, los cuales se incluyen como en las publicaciones simulando artículos. Se reconocen porque en algún lugar dice “Información comercial”.
De hecho las políticas de los medios de comunicación son tan claras al respecto que estos “artículos” deben tener un tipo de letra diferente al habitual de la publicación para que el lector entienda que no hace parte del contenido editorial de la misma, sino que se trata de publicidad.
Lo que me sorprende es como muchas compañías lo utilizan pensando que el lector no va a notar la diferencia, o peor aún, pensando que van a ser leídos, cuando la mayoría de nosotros escaneamos.
Son extensos y densos textos llenos de argumentos técnicos que exaltan el producto como el héroe, desconociendo la realidad de los consumidores y con cierto grado de subjetividad.
Es decir, ¿de verdad creemos que a estas alturas las personas van a creer ciegamente en lo que se les dice? ¿Que se trata en realidad de artículo editorial? Si los lectores saben que se trata de publicidad pagada, ¿por qué no aprovecharla para promover un anuncio creativo y efectivo en vez de pretender que sea percibido como un contenido editorial? Es desperdiciar el dinero.
Sin embargo, cuando las historias de las marcas se mezclan abiertamente con el tono editorial e incluso se vinculan con un beneficio, pero de manera directa, no disimulada, se logran mejores resultados.
Estos son ejemplos de integración editorial con mensajes publicitarios que logran mayor lecturabilidad y credibilidad.
Cigarrillos Mustang promueve su promoción de una manera jocosa en el lenguaje de la publicación.
Los sartenes T-fal se mezclan como parte de la receta de cocina.
Los parches reductores Dhems se presentan de una manera coloquial en el tono de la publicación. Genera mayor lectura.