La historia de las libretas Moleskine es como la de muchas marcas, una mezcla de realidad y ficción. Historias que crean un halo de delicioso misticismo alrededor de lo que queremos creer y como nos queremos sentir. No vemos el mundo como es, sino como quisiéramos que fuera. Es una forma de supervivencia emocional que nos ayuda a compensar la cotidianidad. Creamos mundos mágicos que liberan nuestra creatividad. El creer que es posible, hace que sea posible. Por eso necesitamos creer, como nos lo recuerda esta marca.
La libreta de Oscar Wilde
La historia de Moleskine no es tan antigua pero no por eso menos icónica. Los orígenes del producto se remontan a la historia de las libretas que se usaban en los siglos XIX (1800s) y XX (1900s). En esta época en París eran muy comunes las pequeñas libretas negras hechas a mano por diferentes encuadernadores, que las vendían a las tiendas locales como un producto genérico. Eran el tipo de libreta que usaban personajes como Oscar Wilde, Vincent van Gogh, Pablo Picasso, Ernest Hemingway y Henri Matisse. Lo famoso era el tipo de producto, no la marca del producto.
Estas libretas tenían un particular estereotipo que fue en el que se basó Moleskine años después para diseñar las suyas. Un pequeño cuaderno negro rectangular con esquinas redondeadas, una banda elástica para mantenerlo cerrado y un bolsillo interno.
Fue el escritor de viajes inglés Bruce Chatwin (1940-1989) el que popularizó este tipo de libreta, la cual no desamparaba en sus múltiples reseñas de viajes alrededor del mundo. Fue Chatwin quien en su libro The Songlines bautizó el producto como “Moleskine”, evidenciando su tristeza cuando el almacén que se las proveía le informó que ya no se seguirían fabricando. Se dice que le dió el nombre “Moleskine” por la similitud visual que tenía con la textura de la piel de un topo (mole=topo y skin=piel). Originalmente Moleskin y luego Moleskine.
Esta nostalgia por un tipo de producto mítico, símbolo de grandes artistas, fue lo que dio origen a la libreta como la conocemos actualmente. Modo & Modo, una pequeña compañía basada en Milán reprodujo en 1997 el mismo producto ahora con la marca registrada Moleskine. Su gran éxito hizo que la compañía fuera vendida en el 2006 a SGCapital Europe (Syntegra Capital) para impulsar su expansión mundial.
El mundo que quisiéramos que fuera
Hay algo simbólico en saber que una libreta como la que tenemos fue usada por algunos genios de la historia. Es una sensación que disfrutamos y por la que estamos dispuestos a pagar (validando el principio de que no todos quieren comprar barato). Es como si sólo el escribir en ella nos despertara la creatividad.
Ese es el verdadero valor de las marcas. No es en sí el costo del papel encuadernado, es el imaginario que representa. Es la historia detrás del producto, no el producto. Somos contadores de historias. No en vano el nombre de su blog Moleskinerie: Leyendas e Historias.
Apalancándose en esta historia es que se ha construido y fortalecido la marca alrededor del mundo. Como ellos mismos lo definen: “Moleskine nace como marca en 1997, reproduciendo el legendario cuaderno de notas utilizado por artistas e intelectuales de los dos últimos siglos, desde Vincent van Gogh a Pablo Picasso, pasando por Ernest Hemingway y Bruce Chatwin”. Estos personajes no usaron la marca, pero la marca se apropió de los personajes.
Y es la amplificación de esta historia la que se evidencia en su extensa línea de productos. En los tradicionales diarios, las libretas Evernote (para complementar la aplicación móvil), los diarios pasión (para escribir ideas de moda, vino, viajes, chocolate, etc. un diario para cada tema) y las ediciones limitadas de Mickey Mouse, Lego o Star Wars.
Es la adaptación de la historia a nuevas audiencias, pero siguen siendo contadores de historias.
Un buen ejemplo para entender cuál es realmente el negocio. El negocio de Moleskine no es vender libretas, de eso es lo que viven. El negocio de Moleskine es ofrecer vehículos para contar historias, cualquiera que ellos sean. Una definición estratégica mucho más poderosa, clara y duradera.
Moraleja
Más importante que lo que vende, es cómo lo vende. Moleskine se apalancó en una gran historia que las personas querían escuchar una y otra vez. Historias de pintores, escritores y genios que nos inspiran. Moleskine no inventó la famosa libreta, Moleskine se encargó de amplificar su personalidad, hacerla mística y deseable por aquellos que quieren verse reflejados. Pese a que hay múltiples marcas que comercializan productos similares, sólo hay una Moleskine.
Llevarla en el bolsillo para anotar ideas, rayar unas líneas o dibujar un boceto, es lo que representa Moleskine para sus miles de fans alrededor del mundo. Ese es el verdadero poder de las marcas, el valor que le asignan las personas, no lo que dice su publicidad. Una marca amada y valorada es un diferencial que difícilmente un competidor podrá superar, por más descuentos que ofrezca.
Cada vez que leo uno de sus artículos me intereso más; la forma en que están redactados me agrada mucho y los disfruto enormemente, gracias.
A qué aplicaciones se puede enviar un texto escrito; un papítyulo de novela, por ejemplo.
Hola Andrés, personalmente uso Evernote para almacenar todo lo que voy documentando para los artículos. Saludos