Cada día me convenzo más de que en la vida creatividad mata presupuesto, y que siempre hay una forma costo-eficiente de resolver las cosas.
Hace poco me encontré esto a la salida de un supermercado. Para calificar la experiencia del cliente en el establecimiento, en vez de utilizar las máquinas con los botones que registran electrónicamente la respuesta, está la opción manual de incluir la pelota cuyo color represente su opinión.
Ahora bien, si las empresas no hacen nada con la retroalimentación, eso ya es otro problema que no va a resolver esta iniciativa, ni siquiera la máquina electrónica. El problema no son las investigaciones, sino lo que se hace con ellas para mejorar la experiencia.
Estas, por el contrario, son las máquinas un poco más tecnológicas, que son a las que nuestro mueble análogo reemplaza: