Esta frase del libro de Seth Godin La Vaca Púrpura expresa la realidad de la gran mayoría de los negocios: somos invisibles. Cuando la gente está acostumbrada a ver las mismas vacas negras con blanco nada sorprende, a menos que encuentre una vaca de color púrpura. Para salirse de la monotonía que invade los mercados hay que ser la vaca púrpura de su industria.
Hay demasiadas opciones para seleccionar y demasiados oferentes para una demanda cada vez más escasa. La gente ya no presta mucha atención a la publicidad y cualquier información a la que está expuesto en el mejor de los casos la escanea. Hacer las cosas bien es simplemente insuficiente. Hay muchas compañías haciendo las cosas bien. Es el estándar.
Para notoriedad hay que salirse del molde y dar de que hablar, que las personas se sientan motivadas a contarle a sus amigos sobre las galletas de chocolate recién horneadas que le ofrecieron en el consultorio odontológico. Nadie habla de empresas o productos aburridos que simplemente existen. Se van volviendo invisibles y sustituibles.
La gente habla de lo inesperado, de lo que se sale de lo predecible. De la pizza que se vende por metros, de la cocina molecular o de la ancheta que envió a su cliente disculpándose por no haberle entregado a tiempo.
Hay temas mucho más divertidos que hablar de sus productos… a menos que sean una vaca púrpura.