Si en la experiencia del cliente todo manda un mensaje, este no envía una buena señal. Una imagen habla más que mil palabras.
Decenas de recomendaciones en el olvido agarrando telarañas, esperando pacientemente que un funcionario se percate de que hay personas que no están a gusto con el servicio. Esto refleja lo que pasa en muchas organizaciones: la experiencia del cliente se promulga de dientes para afuera, pero no hay el más mínimo compromiso.
Aquí es donde literalmente aplica el si no va a hacer caso, para qué pregunta. Diferenciarse no es tan difícil, simplemente es prestar atención a la gente y ajustar algunos procesos. Sin embargo, requiere de algo que es muy escaso, la voluntad.