Creo que el tema de la misión de las empresas ha sido un poco malinterpretado. La gran mayoría de compañías cuentan con una misión, pero realmente muy pocas la entienden y la viven.
Muchas páginas web muestran orgullosamente su sección de Misión, Visión y Valores. Parece que todos hubiéramos hecho la tarea en la misma época cuando estaba de moda el tema de planeación estratégica, donde era inconcebible que la compañía no tuviera esto por escrito.
El problema es que muchas organizaciones se quedaron allí. En una afirmación muy bien elaborada, cumpliendo con las normas de redacción, pero carentes de sentido y sobretodo de incorporación en el ADN de cada uno de los empleados.
Sin temor a equivocarme, en mayor o menor medida, la misión típica reza más o menos así: “Proveemos soluciones de <inserte aquí el producto, servicio o industria>, con un excelente servicio, protegiendo el medio ambiente, teniendo a nuestros colaboradores como lo más importante, excediendo las expectativas de los clientes y generando valor para los accionistas”.
Es como si quisiéramos que absolutamente todo quede incluido, que nada nos quede por fuera. Pero el punto es, ¿Realmente la entiende cada uno de los empleados? ¿Tiene sentido? ¿Es lo suficientemente clara para definir en qué negocio debe o no participar la empresa?
La misión establece el verdadero negocio en que se encuentra la organización, basada en el mercado, en lo que resuelve, en la gente, en los consumidores; no en el producto o servicio que vende, sino en la necesidad que satisface. Si la misión no está definida en estos términos, será inoperante y poco aplicable, sin sentido.
Piense en el futuro, no en función de los próximos 3 o 5 años, piense en el largo plazo. ¿Va a estar resolviendo las mismas necesidades con los mismos productos? ¿Qué harán y cómo evolucionarán sus competidores? ¿Su mercado encontrará maneras más eficientes de resolver lo que usted vende y lo dejarán por fuera?
Para eso es que sirve la misión, para delimitar en qué negocios debe estar y en cuáles no. Para anticiparse a las necesidades de los clientes. Para ir evolucionando y evitar la implacable obsolescencia y pérdida de interés de sus clientes. Si el mercado ya no compra lo que usted vende porque han cambiado sus gustos, el problema es suyo no de sus clientes.
Investigando misiones de diferentes compañías, me encontré con estas que considero que claramente expresan de lo que estamos hablando. Simples y a la vez poderosas.
Nike
Inspirar y ofrecer innovación a todos los atletas* del mundo (*si usted tiene un cuerpo, es un atleta).
Amazon
Construimos un lugar donde la gente pueda encontrar y descubrir cualquier cosa que desee comprar online.
Disney
Creamos felicidad proveyendo el mejor entretenimiento para gente de todas las edades en todas partes.
Harley Davidson
Inspiramos y cumplimos sueños alrededor del mundo, a través de experiencias en motocicletas.
Google
Organizar la información mundial para que resulte universalmente accesible y útil.
Coca-Cola
Refrescar al mundo… en cuerpo, mente y espíritu. Inspirar momentos de optimismo a través de nuestras marcas y acciones. Crear valor y hacer la diferencia donde sea que nos comprometamos.
Cirque du Soleil
Crear, producir y ejecutar obras de arte. Invocar la imaginación, provocar los sentidos y evocar las emociones de las personas alrededor del mundo.
No está de más revisitar su propia misión y verificar que esté definida para ser vivida, disfrutada y expresada en todos los puntos de contacto. Que no sea un cuadro más que decora las paredes de la oficina, algo que tocó redactar en su momento; similar al cuadro del reglamento interno de trabajo, que toca publicarlo pero que nadie lo lee.