Mientras unos destruyen, otros construyen

Unos destruyen y otros construyen
Unos destruyen y otros construyen

Es la ley de la vida. Desde tiempos inmemoriales hay quienes a través de la fuerza intentan destruir lo que con mucho esfuerzo ha edificado la razón. Hay quienes se sienten con el derecho de trasgredir los límites que separan la cordura de la insensatez, amparados en su propia lógica; pues en su particular modelo de pensamiento, el fin justifica los medios, sin importar a quienes se lleven por delante.

Quien destruye siempre tendrá un motivo

Siempre habrá detractores, siempre habrá inconformes con la realidad y acusadores del sistema. Justificada o injustificadamente, siempre habrá quienes consideran que el mundo les debe algo, y que todos tenemos que pagarles. Porque sus acciones de destrucción nos tocan a todos, sin distingo de clase, credo o idiosincrasia. Cada acción vandálica, cada acto de corrupción y cada omisión de intervenir y hacer lo correcto, es un acto de violencia.

La única forma de avanzar como sociedad es entender la razón del otro, no solo intentando hacer prevalecer la propia. Como dijo mi amigo Camilo Herrera, a propósito de la locura colectiva que vive nuestra adolorida Colombia: “Los políticos dicen que es un problema político; los militares que es de seguridad; los jóvenes, de oportunidades; los empresarios, de producción; los desempleados, de empleo; los médicos, que es de salud… Todos tienen la razón, pero cada uno no tiene toda la razón”. Y desde cualquiera sea el ángulo, solo hay un punto de convergencia: construir. Construya lo que quiera, pero construya.

Estamos del lado de los que construyen

Nosotros, emprendedores, luchadores y trabajadores incansables, tenemos la capacidad de construir y diseñar cada día una nueva realidad, a pesar de aquellos que solo quieren destruir. No es la primera vez ni será la última. Ya nos hemos enfrentado a bastantes demonios a lo largo de nuestra historia. Cada empresario ha desafiado a la patología de turno en su país sin dar el brazo a torcer. Ha mirado la muerte a los ojos y aun así, ha seguido adelante, erguido y decidido.

Cada uno tiene la capacidad de redefinir su destino y adaptarse a la locura del momento. O como diríamos coloquialmente, “al son que me toquen bailo”. Porque de eso estamos hechos, de esperanza y de optimismo por un mañana mejor. Hemos luchado por avanzar y crear. Con esfuerzo, sudor y lágrimas hemos edificado esperanza. Es la voz de los que gritan con acciones, de los que construyen, de los que limpian los destrozos de aquellos que derraman sangre en nombre de la paz. Unos pocos no tienen la capacidad de definir el futuro de millones. Solo si así lo queremos.