La creatividad es algo deseable y con frecuencia esquivo. Quisiéramos ser más creativos, rediseñar los procesos, reinventar la compañía o simplemente encontrar nuevas maneras de hacer las cosas.
Y la razón por la que la creatividad se limita a novedosas ideas temporales es porque la buscamos en el lugar equivocado. Si bien hay personas con una mayor tendencia a la creatividad -dominancia hemisférica derecha-, no es necesariamente un don o algo a lo que todos no podamos acceder en mayor o menor medida.
La creatividad no es propiedad sólo de artistas o diseñadores. La creatividad es el fruto de un proceso estructurado de conocimiento. Las ideas más creativas (entendiendo creatividad como la creación de nuevas realidades), es más fruto de un profundo conocimiento de las variables que la determinan, que de inspiración pura.
El mayor estímulo para generar ideas novedosas está en conocer a fondo su mercado, sus competidores, las tendencias de su industria, los gustos del consumidor, los hábitos de consumo y las nacientes oportunidades por resolver.
Y aunque una empresa lleve 10, 20 o 30 años en el mercado, esto no necesariamente significa que haya estado atenta a las anteriores variables. El día a día y las dinámicas propias del negocio nos consumen tanto que no levantamos la cabeza para ver qué oportunidades existen y qué está cambiando, de manera que cuando esto sucede nos toma por sorpresa.
La permanente reinvención del negocio requiere un gran conocimiento pero no de lo mismo, no de lo evidente; requiere un profundo entendimiento de lo que nos rodea, algo que usualmente no estamos acostumbrados a observar.