Sus competidores lo volvieron obsoleto

Este es uno de los karmas de las empresas que llevan mucho tiempo en el mercado; que han sido líderes y que se olvidan de tomarle el pulso a su competencia. Compañías que se quedan recordando las glorias pasadas y que no se dan cuenta que el mundo se transformó.

Sucede cuando competidores más jóvenes y totalmente desarraigados de la tradición, desafían el estatus quo de su industria. Quienes llevan años haciendo las cosas de cierta manera simplemente los miran con un poco de desdén, desconociendo que son esas empresas las que se están quedando poco a poco con sus clientes.

Uno es víctima de sí mismo

A uno no lo acaba la competencia. Uno mismo se acaba cuando se conforma con lo convencional aduciendo que “así lo hemos hecho toda la vida y nos ha ido bien”. (Tristemente, no por mucho más tiempo). Los sectores son transformados no por los competidores tradicionales que tiene al lado (ellos sufren del mismo problema); sino por aquellos que ni siquiera vio venir. Aquellos que no tienen absolutamente nada que perder.

Uno se vuelve obsoleto simplemente por descuidar el contexto. Puede que no haga nada, y aun así está entrando en obsolescencia; porque el resto está avanzando.

Reinventarse

Cuando se pierde de vista la propuesta de valor de la competencia y se concentra solo en pensar que “nuestra calidad lo justifica todo”, es muy peligroso. Cuando se da cuenta que competidores más económicos están generando más valor que usted (incluso con calidad similar), es momento de reinventarse (o cambiar de negocio).

Y el problema no es que algunos competidores sean más económicos (esa es la excusa fácil), el problema es que para lo que hay en el mercado, puede estar cobrando más de la cuenta por lo que está entregando. No olvide que cada día hay nuevas compañías que se están esmerando por sorprender a sus clientes.

La competencia nos vuelve obsoletos

¿Sus competidores han avanzado tanto que lo volvieron obsoleto? Tenga siempre presente que esto no es un problema de competencia, es un problema de anquilosamiento; de creer que lo que nos hizo exitosos nos mantendrá exitosos. Nada más alejado de la realidad.

Tómele el pulso a sus competidores, los directos, los indirectos y los sustitutos. ¿Cómo se compara su propuesta de valor versus la de ellos? Ubíquese en el contexto que viven sus clientes y piense, ¿sigue siendo la mejor opción en el mercado?, ¿O nuevos jugadores están generando más valor y para peor dolor, están cobrando menos?

Siempre hay alguien que quiere hacerlo mejor

Así es como nos volvemos obsoletos, porque los competidores nos sobrepasan desmayando a los clientes e innovando frente a nuestra evidente (y peligrosa) indiferencia.